Criminalistas y organizaciones de lucha contra la delincuencia estructurada concuerdan en que la violencia como fenómeno tiene su origen en la descomposición social y en la falla de las instituciones primarias de formación ciudadana. El embarazo precoz, la deserción escolar, el maltrato infantil y la pobreza propician la formación de delincuentes que se inician en el mundo delictivo a temprana edad.
El informe anual del Observatorio Venezolano de Violencia correspondiente al cierre de 2016, muestra que el año pasado se produjeron 91,8 muertes violentas por cada 100.000 habitantes y un total de 18.230 homicidios en todo el territorio, lo que ubica a Venezuela como el segundo país más violento del mundo por encima de El Salvador, con una tasa de 100 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Fermín Mármol García, abogado criminalista, explicó que la tendencia a delinquir se origina con la ausencia o disfuncionalidad de la familia, la educación o la religión, que constituyen las tres instituciones sociabilizadoras primarias sobre las que se erige la personalidad del individuo y el sentido del bien y del mal.
Señaló que cuando un niño abandona su hogar y se va a la calle intenta sobrevivir con sus iguales ganando liderazgo para posicionarse dentro de una banda delictiva. “En Venezuela desde el punto de vista criminológico existe una delincuencia infanto-juvenil. Los niños materializan conductas criminales y eso es un alerta de que en el país hay un primitivismo social”, añadió.
Una vez que el joven pasa a formar parte de una banda delictiva desarrolla la necesidad de demostrar que merece permanecer en ella: “Ocurre con la cacería de policías en la que se le obliga a quitarle la vida a un oficial o a un militar sin medir las consecuencias”, explicó.
Las dificultades económicas y las fallas en el sistema de administración de justicia que impera en el país, dijo, impulsan a muchos jóvenes a elegir la actividad delictiva como ocupación. “Es rentable. Ser detenidos y puestos en libertad al poco tiempo genera impunidad, tanto que de 100 crímenes solo se castigan cuatro”.
Geraldine Henríquez, psicóloga criminóloga y presidente del centro psicoeducativo Virgen del Valle, señaló que a la institución llegan niños de entre 5 y 8 años de edad con tendencias delictivas. “Han sido instruidos por jóvenes o adultos en el uso de armas de alto calibre. Les han enseñado estrategias para la estafa y el tráfico de personas”, aseguró.
Puntualizó que los menores de edad incursos en delitos exhiben una actitud retadora, bajo el amparo de otros delincuentes. La especialista aseveró que el debilitamiento de la familia como núcleo social condiciona la formación de los niños que se encuentran sin protección desde muy pequeños.
Concuerda con Mármol García al referirse a la pobreza como un catalizador en materia criminal: “Alimentarse de la basura se ha transformado en robo y hurto. Muchas familias hacen del delito una vía alterna de sustento”.
Perfil criminal. Sobre la tipología de comportamiento criminal, Mármol García aclara que el delincuente venezolano dista mucho de los ejemplos clásicos de psicopatía que se observa en países de Europa o Estados Unidos. “Los jóvenes que cometen crimen tras crimen lo hacen defendiendo su territorio o por venganza. El psicópata es un lobo solitario. El delincuente venezolano actúa en manada, es un monstruo social”, aseguro.
Henríquez añadió que la tendencia antisocial derivada del trastorno psicopático de la personalidad es poco común en el país, donde la conducta criminal se origina del aprendizaje social propiciado por patrones aprendidos que están al margen de la autoridad.
Sostuvo que el rasgo psicopático y la perversidad están relacionados con el disfrute de dominar a la víctima y tener el poder. “El agresor violento le dice a la sociedad: no tengo límites y quiero que me los pongan”, expresó.
Mármol García calcula que entre 70.000 y 120.000 personas forman los 7 bloques de delincuencia estructurada que opera en las calles y que controla distintos estados del país, exceptuando al pranato carcelario, que comprende a 80.000 privados de libertad, que continúan delinquiendo desde las celdas.
“Coexisten en Venezuela bandas y megabandas, el bloque de la corrupción, paramilitares urbanos y rurales en sus variadas divisiones”, expresó.
EL DATO
60.000 policías uniformados, 20.000 investigadores criminales y al menos 32 nuevas cárceles son necesarias para combatir la criminalidad en el país, según el abogado criminalista Fermín Mármol García.
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